Actualmente, en algunos ambientes, al concepto «amor» se le puede dar un sentido erróneo, lo cual representa un peligro en una relación donde lo fundamental es el compromiso y la entrega hasta que la muerte los separe: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Por ejemplo, si uno quisiera hacer negocios con un socio que no sabe qué es una empresa, los dos estarían condenados al fracaso. Con el noviazgo ocurre algo parecido: es fundamental que ambos tengan la misma idea del amor, y que ese concepto se atenga a la verdad, es decir, a lo que realmente es amor.
Hoy, muchas parejas fundamentan el noviazgo, y también el matrimonio, en el sentimentalismo. A veces, hay actitudes de conveniencia y falta de transparencia, es decir, “autoengaños» que terminan después apareciendo en los hechos. Con el paso del tiempo, esto puede convertirse en causa de muchas rupturas matrimoniales. Los novios han de querer construir su relación sobre la roca del amor verdadero, y no sobre la arena de los sentimientos que van y vienen..
El conocimiento propio es algo esencial para que la persona aprenda a distinguir cuándo una manifestación afectiva pasa la frontera de un sentimiento ordenado, y se adentra en la esfera del sentimentalismo, quizá egoísta. En este proceso es esencial la virtud de la templanza que ayuda a la persona a ser dueña de sí misma, ya que “tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad».
Se puede pensar en el amor como un trípode, que tiene como puntos de apoyo los sentimientos, la inteligencia y la voluntad. Al amor acompaña un tipo de sentimiento profundo. Si creemos que el afecto no es aún suficientemente intenso ni hondo, y que vale la pena mantener el noviazgo, habrá que preguntarse qué tengo que hacer para seguir queriendo (inteligencia), y acometer lo que he decidido (voluntad). Lógicamente, conviene alimentar la inteligencia con buena formación y doctrina, pues de lo contrario, se apoyará en argumentos que lleven al sentimentalismo.