QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR

El título de este artículo creo que contiene un profundo significado, en el que se señala que el servicio a los demás es un requisito imprescindible en la vida. 

Quizás, esta frase de la Madre Teresa de Calcuta nos sorprenda porque no hemos pensado en ella o más bien, todo lo contrario, ya que hemos asumido que el servicio a los demás es uno de los principales ingredientes de nuestro día a día. 

Hay personas como la Madre Teresa de Calcuta que han hecho del servicio el sentido de su vida, porque están convencidas de que servir a los demás les da vida, les engrandece, les llena de paz y alegría. 

Servir es ayudar sin esperar nada a cambio, es hacer la vida fácil y agradable a los demás, es olvidarse de uno mismo para ocuparse de los demás, (…), con el único fin de contribuir al bienestar de otra persona. No se trata solo de prestar ayudas materiales, sino también de ofrecer nuestro tiempo, nuestras habilidades y, en muchos casos, afecto y atención.

El beneficio que produce servir, es bi-direccional, tiene un efecto boomerang, ayuda al que lo recibe y al que lo realiza. El servicio a los demás da un sentido profundo a nuestra vida y nos llena de satisfacción. El servicio activa en nuestro cerebro el sistema de recompensa, liberando sustancias como la dopamina y las endorfinas, lo que nos hace sentir bien. Además, el simple hecho de centrarnos en las necesidades de otros puede ayudarnos a superar nuestras propias preocupaciones, reduciendo la ansiedad y favoreciendo el bienestar. También, el servicio nos recuerda que todos necesitamos de los demás en algún momento.

Ante la pregunta de ¿cómo servir?, sin duda alguna, mi respuesta sería que en el servicio a los demás los ingredientes que no deben faltar son el cariño y la alegría. Estos ingredientes garantizan que la ayuda prestada sea más personal y auténtica, no se perciba como una obligación, y que la persona ayudada se sienta más valorada. Servir a los demás con cariño y alegría nos predispone a que no solo veamos sus necesidades materiales, sino que también nos preocupamos por su bienestar emocional, físico y espiritual.El cariño es el alma del servicio.Sin cariño, el servicio pierde esa profundidad y humanidad que realmente lo convierte en algo transformador. El cariño no entiende de fronteras, ni de diferencias. Cuando servimos con cariño, la diferencia entre nosotros y la persona a la que ayudamos desaparece, porque lo que realmente importa es la relación humana basada en el respeto hacia las otras personas.

Lo importante es que el servicio se haga desde el corazón, con compasión y con la disposición de mejorar la vida de alguien dando lo mejor de nosotros mismos. El cómo del servicio depende del contexto, pero aquí indico algunas formas prácticas y sencillas para ponerlo en práctica:

1. Escuchar con atención. A veces, lo que más necesitamos es ser escuchados, y es una forma sencilla de servir. Escuchar para comprender lo que la otra persona realmente necesita antes de actuar.

2. Ofrecer nuestro tiempo. El tiempo es un tesoro y más si lo gastamos ayudando a los demás o simplemente acompañando a alguien que se siente solo.

3. Realizar actos de servicio espontáneos. No todas las ayudas tienen que estar  planificadas, sino que se pueden prestar pequeños servicios: ceder el paso o el asiento en el autobús, enviar un mensaje, sonreir, (…),  a lo largo del día espontáneamente.

4. Ofrecer nuestras habilidades o talentos. Todos tenemos algún talento que podemos rentabilizar prestando ayuda a los demás.

5. Ser un apoyo emocional. Actualmente, apoyar emocionalmente a alguien puede ser más necesario que cualquier otro tipo de ayuda.

6. Participar en proyectos sociales, organizaciones benéficas o iniciativas que buscan ayudar a quienes más lo necesitan.

7. Ser respetuoso y mostrar compasión. A veces, el servicio es simplemente tratar a los demás con respeto, dignidad y compasión, sin juzgar ni hacer suposiciones. Esto exige ser amable, tener paciencia y ofrecer un verdadero apoyo, sin esperar nada a cambio.

Otra idea que me parece fundamental es pensar que servir nos hace más libres y felices. El servicio nos libera: del ego, de las expectativas externas, de la ansiedad por el futuro, de la dependencia, de las ataduras materiales, (…). Al poner a los demás en primer lugar, uno se siente más libre y más comprometido con un  objetivo que no depende solo de uno mismo. Así que, puede decirse, que servir nos engrandece interna o espiritualmente, ya que uno trasciende sus propias limitaciones y se convierte en una fuente de luz o apoyo para otros.

Cuando ayudamos a los demás nos sentimos más realizados y satisfechos, porque traspasamos el umbral de nuestro ego al poner la atención en las necesidades de los demás y en el impacto positivo que estamos generando. Todos hemos experimentado alguna vez que la felicidad no se logra simplemente acumulando cosas o buscando constantemente la satisfacción personal, sino que a menudo se encuentra en dar, en ayudar y en ser parte de algo más grande que uno mismo.

Ayudar nos hace más conscientes de lo que tenemos y nos genera un sentimiento de gratitud. La gratitud, a su vez, nos proporciona un mayor bienestar y felicidad, ya que nos ayuda a fijarnos en lo positivo de nuestra vida en lugar de lo que nos falta. Por esto, las personas serviciales tienen una visión más optimista y positiva del mundo. Servir a los demás nos llena de alegría. Y no es solo una alegría pasajera, sino una alegría profunda, al ser conscientes de que el servicio a los demás saca de nosotros lo mejor de nosotros mismos, y nos impulsa a hacer todo el bien que podemos hacer.

Al servir ejercitamos muchas virtudes, empatía, generosidad, humildad, paciencia, compromiso, (…), que permiten no solo ofrecer ayuda de manera efectiva, sino también de manera genuina, respetuosa y enriquecedora, tanto para quienes reciben el servicio como para quienes lo brindan. Esas virtudes nos transforman como personas, ayudándonos a crear un mundo más justo, amable y solidario.

Servir a los demás no debería reducirse a realizar unas cuantas acciones sino que deberíamos aspirar a tener espíritu de servicio, es decir, haber interiorizado el deseo de ayudar, de corazón, constantemente a los demás, para no desaprovechar ninguna ocasión de ayudar. Yo me imagino que sería fácil adquirir el espíritu de servicio si pudiésemos llevar un radar activado todo el día para detectar en que podemos ayudar a los demás. Servir a los demás es una de las acciones más poderosas que podemos hacer en nuestras vidas, no solo por el impacto positivo que tiene en los demás, sino también por el profundo beneficio personal que genera. El acto de servir no es solo un acto altruista, sino una manera de crecer, conectarse y dar sentido a nuestra vida.

Si todos nos empeñásemos en vivir sirviendo más y mejor, transformaríamos el mundo, se lograría la paz que todos anhelamos y seríamos más felices, ya que como decía la Madre Teresa de Calcuta: “El fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz”.

TOMASA CALVO

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