Amar conlleva compromiso

Symbolic handshake wrapped in barbed wire on a white background representing restriction and unity.

Es curioso y, al mismo tiempo, triste que la gente tenga cada vez más miedo al compromiso, a pesar de que los estudios demuestran, año tras año, que nuestra felicidad depende precisamente de nuestro nivel de compromiso. Según una encuesta de Gallup realizada en Estados Unidos entre 2019 y 2023 a más de 2.5 millones de adultos sobre cómo calificaban su vida actual, los niveles de felicidad de las personas casadas fueron consistentemente superiores a los de los solteros, con una diferencia que oscilaba entre el 12% y el 24%. Esta brecha se mantuvo incluso cuando los investigadores ajustaron factores como edad, raza, origen étnico, género y educación.

“La idea del compromiso, como mínimo, implica la experiencia de estar vinculado a otra persona. En el mejor de los casos, significa estar unido a alguien que constituye una base sólida y segura y que estará a tu lado ante cualquier adversidad”, afirmaba la Dra. Monica O’Neal, psicóloga de Boston.

Y esto parece ser una cuestión casi científica, como nos decía Einstein: “cuando los científicos buscaban una teoría del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas. El Amor es Luz. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El Amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor”.

Vivimos en un mundo donde el deseo y el emotivismo confunden el amor con el enamoramiento, la entrega personal con el “usar” a la otra persona para mi satisfacción, y cuando desaparecen las mariposas, se justifica erróneamente como la desaparición del amor. Se consumen relaciones igual que camisas, y se evita el compromiso, porque implicaría desnudarse “de verdad” ante alguien, ponerse en sus manos y confiar. Hoy en día, es más fácil desnudar el cuerpo que desnudar el corazón para entregarlo.

En el matrimonio, el hombre y la mujer se comprometen libremente a amar en plenitud, a la entrega total, absoluta y recíproca a la persona que aman, y esa es la verdadera libertad. Esta situación es, sin duda, una de las razones del descenso drástico de la población, ya que si se evita el compromiso con la persona que en teoría amas, ¿cómo van a querer comprometerse con un hijo que además te limita la libertad?

El secreto de un matrimonio duradero se encuentra en la carta de San Pablo a los Corintios, y al menos, deberíamos intentar seguir sus consejos alguna vez para no tener que decir aquello de “se nos acabó el amor”. Es el compromiso de querer… querer, todos y cada uno de los días del año, amar, perdonar y pedir perdón, ponerse en el lugar del otro. Esta es una tarea diaria, porque el amor necesita ser cuidado y alimentado.

Carta de San Pablo a los Corintios: «El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca».

Scroll al inicio