ACTUAMOS SEGÚN PENSAMOS. EL OPTIMISMO

La calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestros pensamientos. Se puede decir que actuamos según pensamos. Si actuamos de acuerdo con unos principios y valores permanentes, nuestros pensamientos han de estar fundamentados en esos principios y valores.

Somos seres racionales, porque pensar, como decía un filósofo, “Pensar requiere pararse a pensar”. Esto es todo lo opuesto a ir por la vida como pollo sin cabeza, es decir, actuar sin pensar y ejercitar la voluntad. Por el contrario, cuando la actuación no se fundamenta en la reflexión, se siguen las emociones y sentimientos (la tiranía del emotivismo) que animaliza a las personas, de tal modo que se acaba sin distinguir entre la verdad y la mentira, entre el mal y el bien.

Para crecer como personas y evitar conflictos personales, familiares o profesionales es necesario aprender a pensar en positivo y con optimismo. 

En primer lugar, pensar en positivo, es decir, centrar nuestra mirada en lo bueno que tienen todas las personas y descubrir los aspectos positivos de todo lo que nos ocurre.

El optimismo es una forma positiva de captar la realidad. Ser una persona positiva es algo que se aprende. Es una tarea personal que lleva tiempo. El optimismo, según el Dr. Enrique Rojas se puede definir así: “El optimismo es una actitud caracterizada por la tendencia a descubrir más lo positivo que lo negativo y a ver o esperar lo mejor, a pesar de las apariencias”. Es ante todo una actitud, lo que quiere decir que es una disposición, el modo habitual de reaccionar ante algo, es como una postura. No es algo genético, sino adquirido que se va alcanzando mediante esfuerzos repetidos.

Pensemos en tantas circunstancias de la vida ordinaria, en donde aparece el fracaso, algo que nos ha salido mal; un problema económico grave, una enfermedad, una humillación contemplada por muchos. El optimismo nos lleva a descubrir lo positivo en todas estas experiencias. Eso nos lleva a pensar que aquello puede y debe cambiar. Y ponemos los medios adecuados para intentarlo, a pesar de los pesares.

Uno de los principales referentes de la psicología positiva es Martin Seligman, quien señala que el optimismo consiste en pensar que todo puede mejorar, sin importar lo difíciles que sean las circunstancias. El optimista propone soluciones, buscando una alternativa.

No olvidemos que nuestra primera aproximación a la realidad es afectiva. Dicho de otro modo: los sentimientos influyen en nuestra forma de pensar. Y esto lo saben bien los psicólogos y los psiquiatras. Cuando nos sentimos bien, vemos las cosas de otra manera. Hay parte de nuestro cerebro que regula las emociones y modifica la forma de organizar nuestras ideas.

Se pueden concretar el modo de pensar positivo y con optimismo, teniendo en cuenta que:

  1. Por debajo de los acontecimientos negativos, se esconde una carta buena que toca a cada uno descubrir: se necesita querer y paciencia. Lo primero es determinación; lo segundo, saber esperar y saber continuar.
  2. Hay que levantar la mirada, dejar lo inmediato por lo mediato. Hay que tener una visión larga de la jugada. No quedarse en el hoy y el ahora. El cortoplacismo no es buen camino. Nos vamos al medio y largo plazo. Esa es la mirada inteligente.
  3. Hay que aprender a crecerse en las dificultades. Hay dos notas fundamentales que se encuentran en el pesimista: el derrotismo, que no es otra cosa que adelantarse en negativo, pensar que las cosas saldrán mal; y el victimismo, creer a pies juntillas que uno siempre sufre daños y es perjudicado y que las cosas son así.
  4. El optimista es un luchador nato. No se viene abajo cuando las cosas se ponen difíciles o no salen como él esperaba. Enseguida viene la perseverancia para echar una mano y por eso lucha, se esfuerza, insiste, vuelve a empezar, se levanta, es el tesón el que tira de él, el empeño por no darse por vencido.

La vida es como la navegación a vela. Como decía el escritor y teólogo William George Ward, “El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas”. El optimismo es el arte de vivir con esperanza.

JOSÉ MIGUEL PONCE

Scroll al inicio