Para esta pregunta, respuestas muy sencillas. Autenticidad, ante todo. Si esa persona se ha enamorado de ti, se ha enamorado también de tu dimensión espiritual.
Eso significa que le atrae el hecho de que tú seas creyente. Y, llegados a este punto ¿qué debes hacer? Quizá, más que hacer, es dejarle hacer a Él. Más que hablarle de Dios, es hablarle a Dios de él o de ella. Piensa que la relación con Dios es algo muy personal, y lo que más le va a ayudar a tu novio o novia es que tú vivas tu Fe con autenticidad. Sin forzar, pero dejando claro desde el principio que tú necesitas ese espacio íntimo con Dios.
Si quieres, solo te diré un par de ideas:
1. Deja de hacer y déjale hacer a Él. Recuerda que la Fe es algo personal, por mucho que te empeñes en que tu novio te acompañe a Misa el domingo o asista contigo a algún encuentro diocesano.
2. No des charlas aprendidas, háblale de lo que ha hecho Dios en tu vida. La experiencia lo marca todo. Muchas veces estamos cansados de que nos digan lo que está bien o está mal, y de pronto, vivimos una experiencia o un testimonio de vida que nos marca y nos cambia. Pero, ¿sabes? El cambio, el hecho de querer seguir a Dios es una decisión íntima y personal y la intimidad de la otra persona es como un Sagrario al que habría que entrar de rodillas. Respeta, ama, comprende y sobre todo háblale a Dios de él/ella.
3. No te juegues la Fe. Por último, recuerda que la Fe es un don que si no se cuida, se puede perder. Por eso, lo mejor que puedes hacer para acercar a Dios a tu pareja es, finalmente, vivir muy bien tu Fe.