Hace dos años, asistí estupefacto a una encuesta a alumnos de cuarto de ESO. La pregunta era cuántas horas diarias dedicaban al móvil. Respuestas posibles: Más de 10 horas, levantó la mano un chico. Entre 3 y 10, aquí todos los demás, excepto dos que “solo” utilizaban el móvil menos de tres horas. Al día siguiente, coincidí con el alumno super enganchado al móvil, le parecía prácticamente normal, no le daba ninguna importancia.
Ahora, comenzamos a darnos cuenta de que menores, móviles y redes sociales es una mezcla explosiva, que preocupa tanto a las familias, profesionales y expertos.
Las preguntas que suelen hacerse: ¿Prohibir o no prohibir?, ¿cuál es la edad adecuada para tener un móvil? Los problemas asociados al mal uso del móvil están claros: autoestima, ciberacoso, fácil acceso a la pornografía, dificultades en el aprendizaje.
Hace unos meses, el Gobierno aprobó un informe de 107 recomendaciones, ante lo que ya se considera un asunto de salud pública. Hay una evidencia de que aumentan los problemas de salud mental, y también lleva asociados riesgos de salud física, que no deben ser minimizados. En muchos casos, se trata de una adicción total, solo que sin sustancias.
Proponen los expertos que los adolescentes tengan móvil, pero sin acceso a internet, con el fin de que los menores no puedan interactuar en redes sociales, con un conjunto de peligros. Es bastante fácil para un menor de 14 años tener una cuenta, de la que se hace mal uso, y con facilidad de acceder a contenidos pornográficos.
En nuestras antípodas, Australia es el primer país que prohíbe el acceso de los menores de 16 años a todas y cada una de las redes sociales. Es la ley más estricta del mundo. Prohíbe a las plataformas que los menores de 16 años puedan abrir una cuenta, castiga con multas de hasta 30 millones de euros. Pero, ¿cómo se verifica la edad de los usuarios? Serán las plataformas las encargadas.
En España la ley antipantallas, aprobada en junio por el consejo de ministros, es muy parecida. Se eleva a 16 años la edad mínima para abrir una cuenta. ¿Una medida como esta es efectiva? ¿El hecho de prohibir soluciona por arte de magia el problema?, es positivo porque ha abierto un debate, ha abierto los ojos a muchos padres al hecho de que estamos ante un problema muy serio. Cierto que con la prohibición no se va a resolver el problema, vamos a necesitar más cosas.
¿Quién tiene más responsabilidad? ¿las empresas tecnológicas o los padres? Por supuesto, que las tecnológicas tenían desde hace tiempo conocimiento de los problemas, y que incluso han utilizado técnicas para generar adicción en los usuarios.
Pero deben asumir su parte de responsabilidad los padres, los educadores. Es un problema que no se va a arreglar solo con la ley, va a necesitar mucha pedagogía, esfuerzo y aprendizaje. Los padres tienen q controlar lo que hacen los hijos, tomar medidas de control parental.
Hay que dar ejemplo. Y a veces tomar medidas concretas, que marcan la pauta en la convivencia diaria: no utilizar el móvil durante las comidas, controlar el uso que hacemos del mismo (fijo que nos llevaremos sorpresas), prescindir totalmente de su uso durante largos períodos de tiempo. Y como siempre, enseñar con el ejemplo.
Recuerdo la cara sonriente de una alumna de primero de bachillerato al mostrar a todos los compañeros su “supermóvil de última generación”, le servía para llamar por teléfono y recibir llamadas. Y punto. Todos la aplaudieron y la miraron con envidia.