Cuando empezamos a adentrarnos en preguntas así, es complicado concretar detalles al tratarse de un tema tan íntimo. Pero pienso en tantos jóvenes a los que les gustaría hacer las cosas bien y pueden tener esta duda. Así que, si te quedas con ganas, te recomiendo dos libros que lo explican muy bien: Sexo: cuándo y por qué (Jesús Ma Silva Castignani) y Tus preguntas y las respuestas sobre amor y sexo (Mary Beth Bonacci).
Lo primero que debemos pensar es: ¿hasta dónde se puede llegar sin dejar de vivir la castidad? La castidad implica entender muy bien la diferencia entre cariño y pasión. En un noviazgo, nos queremos y deseamos expresar el cariño con expresiones físicas y por eso nos queremos dar besos, abrazos, nos damos la mano…
La dificultad llega cuando ese cariño se transforma en pasión. Esto implica alimentar el deseo del acto sexual. Y es aquí donde llega el reto; en el momento en que sientas que tus manifestaciones externas de cariño se están convirtiendo en una tentación y empieza a nacer la pasión (antesala del contacto íntimo sexual) es el momento de “cambiar de aires”, no quedaros solos, frecuentar lugares públicos o irse a dar un paseo en bici.
Sé que tienes claro que el sexo es el lenguaje del matrimonio, entonces si los dos queréis guardaros hasta el matrimonio, vuestros gestos y caricias deberán responder al estado que estáis viviendo ahora (que no es el propio de los casados). Por eso, sabiendo que hay ciertos gestos que despiertan el deseo sexual y funcionan como los preliminares del acto sexual, y que por sí mismos y por la excitación que despiertan acabarían en un acto sexual, hay que evitarlos. ¿Por qué? Porque ahora tú te conviertes también en el custodio de la pureza de tu novio o novia.
Por eso, con confianza, debéis hablar sobre qué gestos debéis tener juntos y cuáles se deben reservar para ese momento tan íntimo como es el encuentro sexual del matrimonio. Hasta encontrar el equilibrio. Y si alguna vez os pasáis de la raya, será el momento de parar, hablarlo, pediros perdón, y acudir al sacramento tan maravilloso que es la Penitencia (es la suerte que tenemos los católicos).
Y si después de esta explicación me sigues preguntando, pero… ¿hasta dónde puedo llegar?. Pues te contesto como escuché alguna vez en una charla: hasta donde te gustaría que llegasen con la que fuera tu futura esposa o esposo. Porque puede ocurrir que la chica o el chico con el que ahora has empezado a salir, no se convierta en tu marido; y yendo aún más allá, imagínate que sea el futuro esposo de tu mejor amiga o incluso de tu hermana. ¿Cómo os vais a mirar después a la cara sabiendo que no os respetasteis?