¿Es importante la relación que tenga la otra persona con su familia (padres, hermanos…)?

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La familia política es un tema muy importante y de suma delicadeza. Pep Borrell (Bailar en la cocina, 2023) afirma que “hay que querer a la familia política” y al mismo tiempo tener muy claro que no nos hemos casado con ellos, sino que, gracias a tus suegros, tu marido o esposa están aquí, contigo formando una sola carne. Y por eso, solo por eso, en señal de agradecimiento, hemos de tratar de encontrar el equilibrio, ordenando las prioridades para conjugar, tu familia su familia en el nuevo proyecto familiar que es vuestra familia.

Ya durante el noviazgo es importante tratar el enfoque sobre cómo podría ser la relación con ambas familias, hablar sobre si uno de los dos cree que las vacaciones deberán pasarlas en la casa de la playa de los padres de él o de ella (que ya es una rutina familiar); o cómo podríais repartir las vacaciones de Navidad.

En este apartado es muy importante tomar la idea que propone Lucía Martínez Alcaide en su libro “Más que juntos” (2021) sobre la necesidad de no tomar decisiones inamoviblesya que las circunstancias en la vida son cambiantes y la rutina de todas las Navidades puede romperse por alguna circunstancia puntual que deba ser resuelta. No pasa nada por dejar muy claro a ambas familias que con quién nos hemos casado o nos queremos casar es con nuestro futuro marido o mujer y que como dice el Génesis para casarse hay que “abandonar” al padre y a la madre para formar los dos “una sola carne”. Por eso saber encontrar un equilibrio, ordenando las prioridades, os hará llegar lejos en la relación evitando que la familia política sea un problema.

¡Ah! Y se me olvidaba daros nuestro truco estrella. Al principio no lo sabíamos y nos trajo muchos quebraderos de cabeza pero, ahora que lo llevamos a la práctica sabemos que funciona 100%. Y es que “no se pueden cruzar apellidos”. Es decir, los asuntos a tratar con la familia de él, los dirá él, y lo que corresponda a la familia de ella, tendrá que decirlo ella. Si esta Navidad no vamos a ir a cenar en Nochebuena a casa de mis suegros, la llamada no la haré yo, sino que, con mucha delicadeza le tocará hacerla al hijo, que siempre sonará más dulce.

Al final, todo se trata de hablar tranquilos y sin enfadarse, siempre con cariño; a veces nos tocará ceder a nosotros y otras veces le tocará a nuestro cónyuge. Y en el esfuerzo que hace el otro tratando bien a nuestra familia podemos vislumbrar también una forma sutil pero clara de decirnos: “te elijo a ti, y prometo serte fiel en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”.

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