COMUNICACIÓN CON OTRAS PERSONAS, RESPETO, SABER ESCUCHAR

Qué importante es comunicar con otras personas, no estar aislado. Algo que todos anhelamos. Mediante la conversación conectamos con otros, hacemos amigos y compartimos intereses, gustos, proyectos… A veces nuestro mundo interior de ideas y sentimientos… Por tanto, es necesario conocerse.

Hablar es crear «algo vivo» entre dos, tres, o varias personas. Intercambiar pensamientos, vivencias, experiencias, alegrías e incertidumbres, anhelos y sueños. ¡Ilusiones! Sin embargo, no todo se comparte con cualquiera, pensar qué vamos a compartir, y con quién.

En este sentido, cuidar las formas de comunicación, tanto verbal como no verbal, y los lugares para conversar. Crear ambientes donde poder expresar pensamientos o aspectos que cuestan más…, mostrar interés, mirar a los ojos, escuchar más allá de las palabras. 

Es decir, escuchar con el corazón, pensar qué tema es importante hablar en una situación… Hacer que la otra persona se encuentre a gusto, sienta confianza y pueda abrir su interior si lo desea.

De todos modos, tener en cuenta las formas diferentes de ser y de hablar de mujeres y varones. La mujer, en general, necesita contar sus experiencias y sentimientos más que los varones. A ellos les cuesta hablar de estos temas…, porque no los viven tan intensos, ni son tan minuciosos a la hora de explicar las cosas. Algo que a ella sí le gusta. Además, cada uno tiene un estilo propio y diferente de ser, de compartir…, y hay que respetarlo y potenciarlo.

*Aportar y recibir

Para comunicar y conectar son necesarios los dos aspectos: saber aportar y saber recibir con aprecio. 

En primer lugar escuchar, acoger al otro, para luego hablar. Es uno de «los siete hábitos» de S. Covey. No siempre hay que contestar y dar consejos. Quizá esa persona sólo quiera explayarse o volcar lo que le preocupa. Escuchar para aliviar. E intentar empatizar, ponerse en su lugar: comprenderla, también sus sentimientos y dificultades, y «contagiarse» de alguna forma de ello. Hacerse cargo de sus preocupaciones o necesidades concretas. 

Con otras palabras: aprender a escuchar antes de hablar, para comprender y acoger primero, y luego ser comprendidos. Poner el «foco» de atención en la otra persona.

Pero, a veces cuesta hablar, y no resulta sencillo según circunstancias, o si el otro no está muy receptivo… Y nadie puede abrirse y conectar si no hay otra persona que le acoja. Por eso, aprender a escuchar con generosidad, intentando comprender, también con la mirada. Y cuidar comentarios un tanto triviales, o que le puedan herir.

De todas formas, es bueno estar siempre dispuesto a rectificar, a poner un perdón cuando sea preciso. Más vale la buena relación, que llevar o no «la razón».

*Calma

Muchas veces es necesario comunicar lo que tenemos en la cabeza y en el corazón, principalmente con amigos, en familia… Y eso necesita espacios de calma.

Dejarse llevar de las prisas y el estrés, que parecen instaurarse en la vida actual, no favorece la comunicación ni la empatía. Hace que tengamos un trato superficial, que no comprendamos los estados y asuntos de la otra persona. 

Y es una pena, porque esa empatía, delicadeza y confianza es lo que da fuerza en la relación, y hace sentirse valorados, tenidos en cuenta, y en definitiva queridos. En las relaciones personales lo pequeño es siempre grande. 

De ahí la importancia de cuidarlo con los niños, y enseñarles esa comprensión y empatía, esa cordialidad humana, y los deseos del corazón de conectar con otras personas. Algo que ya viene predispuesto en la naturaleza humana, en los genes, en la biología de cada persona… Increíble, pero cierto.

Además, el cerebro, la mente, «funciona» mejor con las relaciones llenas de afecto. Son importantes las relaciones que se «tejen» con amistad y trato auténticamente humano. 

*Conocerse

Todo ello ayuda a la introspección, a «estar» con uno mismo, a descubrir pensamientos, ideas y convicciones quizá algo ocultas, y a conocerse.

La persona posee un espacio íntimo, con silencio interior, donde está en su propia “casa”, donde se “posee” en el origen. Recuperemos esos espacios íntimos. Ahí puede ser libre, pensar por cuenta propia, ser ella misma. No condicionada… Lo interior nos construye, nos mejora y da libertad.

Resumiendo, conversar es tratarse, es «descubrirse» como personas

Mª JOSÉ CALVO

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